
Llegué a casa.
Entré despacito a mi cama y comencé a buscarte.
Entonces me quedé con lo que tenía a mano.
El recuerdo de algo que -aún- no tuvimos.
Tu olor que todavía debo imaginar.
Esa boca que sueño.
Tu boca.
Tu boca de sueños. De mis sueños a partir de hoy.
Tu boca también de sexo.
Insolente.
Desvergonzada.
Caliente.
Llegué a casa.
Entré a mi cama
y te dibujé con mi mano que todavía no te conoce
-pero muere por recorrerte entero-
Por dibujar tu piel con los ojos cerrados
allí donde todo se siente mejor...
Esta noche entré a mi casa
y no alcancé a comprender por que no estabas ahí.
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