Estamos desvestidos.
Y no importa si pasa el metro,
la gente,
el desamor
o la vida allá afuera...
Estamos desvestidos
-punto y coma-
desvestidos y sedientos, esperando la hora del exceso.
De pronto me mira y,
benevolente,
se deleita.
Me roza en carne viva. Me admira.
De rodillas frente a mi, ofrenda su vida.
Una historia para escribir,
su infinita melancolía.
Yo, siempre rota,
solo puedo ofrecerle
un puñado de tormentos
y una pregunta que me desvela e irrita
¿Serás quien tenga amor reincidente para un nuevo día?
Super. Punto.
ResponderEliminarPunto para mí. Súper.
ResponderEliminar