viernes, 26 de febrero de 2010

COMERTE ENTERO

Quiero tu sonrisa.
Comerte entero mientras sos feliz.
Comerte entero, si.
Con mi mirada y que mi boca y la tuya y tu cuerpo y el mío se mezclen
y que no haya espacio para nada,
nada mas.
Quiero tu susurro en mi piel
Tu lengua en mi alma.
Quiero cumplir estas promesas
Quiero sentir el sabor de tus manos sobre mi.
Adentro, como puñales
desgarrándome de felicidad
Quiero tu Febrero, te ofrezco mi Marzo
-entero-
hasta que dure
Y si no,
-nuevamente-
bienvenida soledad.

martes, 23 de febrero de 2010

Iré



Si sos capaz de robarme una sonrisa fresca en este tiempo de infiernospersonales
de camasaburridas
de manosquenotocan
de corazònqueyanolate
de lenguasdemasiadoquietas...
Si sos capaz de desvelarme en tu ausencia en esta noche de lluvia
tan húmeda;
tan parecida a mi cuerpo
que se desdibuja de deseo sin vos y se rearma solo de imaginarte aquì -adentro-profundo-gritando en silencio-
Si sos capaz de despertarme como un fantasma entre mis sábanas
de remolinos y soledades
Entonces cumpliré mi promesa.
Iré.

lunes, 22 de febrero de 2010

AY


Llegué a casa.
Entré despacito a mi cama y comencé a buscarte.
Entonces me quedé con lo que tenía a mano.
El recuerdo de algo que -aún- no tuvimos.
Tu olor que todavía debo imaginar.
Esa boca que sueño.
Tu boca.
Tu boca de sueños. De mis sueños a partir de hoy.
Tu boca también de sexo.
Insolente.
Desvergonzada.
Caliente.

Llegué a casa.
Entré a mi cama
y te dibujé con mi mano que todavía no te conoce
-pero muere por recorrerte entero-
Por dibujar tu piel con los ojos cerrados
allí donde todo se siente mejor...
Esta noche entré a mi casa
y no alcancé a comprender por que no estabas ahí.

miércoles, 10 de febrero de 2010

MIRADAS AL HIJO DE PUTA


Lo miraba a menudo al hijo de puta cuando dormía.
(Esto no significa, en efecto, que hayamos dormido muchas noches de a dos, pero fueron las suficientes como para aún recordarlo)
Cada vez que mis ojos se posaban sobre su anatomía (ignorando por mi bien su espantoso pijama azul con líneas amarillas que le había regalado en un acto de desprecio su ex-ahora-actual) me preguntaba como podía ser tan bello, tan tierno, tan sexual.
Y tan poco mío.
Cada vez que se despertaba, se encargaba de romper esa magia con sus apuros, sus historias, sus histerias, como midiendo sin querer mi amor y mi paciencia. El hijo de puta vivía apurado. Nunca tenía tiempo para mi.
Pero yo, la siempre lista para sufrir, lo seguía mirando. Y amando.
¿Cuándo lo enviaré a la concha de su madre? Era el interrogante que mas me acechaba en nuestros encuentros.
Nunca pensé que eso sería tan fácil. Y repentino.
Una noche, no recuerdo cual de las pocas que vivimos fue, me dejó sin palabras.
¿Algo mas para decir? Me interrogó, haciéndose el humorista infradotado en un momento fatal para mi.
No contesté -casi- nada. Me había transformado, en cuestión de segundos, en una mina monosilábica.
Eso si que era grave.
Era como decirle ANDATE A LA CONCHA DE TU MADRE, HIJO DE PUTA.
Pero no lo pude decir. Me ahogué.
Tal vez el silencio dio lugar, una nueva vez, al amor que aún brotaba de mi apaleado corazón.

P/D: HIJO DE PUTA, SI ME ESTAS LEYENDO, NO TE OFENDAS POR LO DEL PIJAMA. NUNCA TE LO DIJE, PERO QUE FEO QUE ERA...

lunes, 8 de febrero de 2010

ODA AL HIJO DE PUTA


Me quedè pensando en lo que hablamos con el hijo de puta.
"No entendiste nada", me dijo, como si el fuera un científico del CONICET.
Lejos estaba de serlo, convengamos que el hijo de puta era un simple locutor.
Ni siquiera sabía hablar inglés, pobre.
"Es una materia pendiente que tengo", me dijo alguna vez.
"Cuantas materias pendientes tenés, papi", pensé, mientras sabía que el pibe no leía ni el horóscopo de la contratapa del diario Popular.
En fin...
Creo que ese dìa me explotó el corazón, y también grité.
Lloré.
Insulté a Mahoma y a quien viniera a mi mente
Lo odié.
Me odiè intentando desentrañar que era lo que me unía al hijo de puta.
¿Amor para siempre?
¿Pasión desmedida ya sin retorno?
¿Ambas?
En realidad, querìa desentrañarlo a el, saber que le pasaba, que señales me daba.
Ninguna. Como buen hijo de puta, claro.
Luego de muchos años, me di cuenta de que vi lo que quise ver.
Y claro que lo amé. Y de que manera. Aunque una pelotuda optimista siempre piensa que con el amor basta.
Y sobra.
No era este el caso del hijo de puta en cuestión.
Cuando me anotició que había vuelto al infierno, y que ahora estaba encantador (entiéndase "infierno" como su hogar conyugal y "encantador" como algo temporario) le dije:
"Intentaré asesinarte en mi interior cuanto antes"...
"Espero no pueda", me dijo el cada vez mas hijo de puta. Encima me trató de Usted...
No lo podía creer.
Así fue como esa noche (que no llovía, vaya ironía del cielo) comprendí, además, que el hijo de puta no tenía límites.

miércoles, 3 de febrero de 2010

UN ADIOS MUY HIJO DE PUTA


Nunca olvidaré esa noche.
El hijo de puta me empezaba a decir la verdad.
Una verdad a medias. Como siempre.
Suavizada.
No sabía si tenía que ponerme contenta, pero como era una pelotuda optimista, hasta pensé que al menos debía festejar ese gesto galante de no sentir que me seguía mintiendo.
Ya no había mas para siempres livianos, ya no iban a existir mas segundos tiempos.
Ni desayunos lejos de casa.
Ni esperazas de algún cambio por venir.

Esa noche llovía.
No me extrañó entonces que haya elegido ese fenómeno climatológico para decirme su verdad a medias. (muchas veces llovía cuando veía al hijo de puta, es bueno que lo recuerden)
¿Estás con alguien? Le pregunté, esperando como toda respuesta un NO que me ayude a sonreír.
Maso, me contestó el hijo de puta.
Y por mi bien, nunca mas volvi a saber de el.

P/D: Cuanto te amé, hijo de puta.